jueves, 18 de febrero de 2016

PIJAO, UN PUEBLO QUE VIVE SIN AFANES


Por Darwin Ávila V.

darwin.avila@qhubo.com


Enclavado en la Cordillera Central, departamento del Quindío, se encuentra el único pueblo de América Latina catalogado como ‘Citta Slow’, un rótulo sellado  desde Italia, cuna de la red mundial de ciudades sin prisa que abogan por la calidad de vida de sus  habitantes. 



Con el canto de los gallos de pelea inicia el día en ese paraíso terrenal, municipio que en la época de la colonización se bautizó como San José de Colón, pero que al independizarse el Departamento del Quindío, del ya conformado Caldas, adoptó el nombre de Pijao, en honor a los indígenas que habitaban ese territorio.



 Un total de 6.152 pijaenses son los afortunados huéspedes del ‘pueblo lento’, que dista de algún retraso en su infraestructura o en su gente.



Principio por el que en el 2014 el secretario general de la organización ‘Citta Slow’, Pier Giorgio Olivetti, arribó a Pijao y en una emotiva ceremonia reveló el anuncio de su inclusión en la lista de 221 municipios sin prisa.



¿Pero qué tiene Pijao para pertenecer a este selecto grupo? 



Primero que todo hay que anotar que el pueblo está suspendido en el tiempo. A simple vista los transeúntes se notan desprendidos del estrés característico en las grandes urbes, e incluso, hasta las horas  parece que corrieran más lentas, que los 60 minutos se extendieran para dar rienda suelta al disfrute de lo simple: la naturaleza y  la vida misma.

Los principales factores de este proceso son explicados con pasión por Mónica Flórez Arcila, comunicadora e investigadora nacida en esa población, y que con la Fundación Pijao Cittaslow está cambiando su mundo. 


“Lo que plantea el movimiento es que los municipios tengan saneamiento básico, defensa del medio ambiente,  arquitectura única,  que la gente siembre sus propios alimentos, además de generar energía renovable y turismo responsable”, dice Flórez.



Según Mónica, la gente hoy en día tiene una vida demasiado agitada y no disfruta de cosas tan simples como pasar tiempo con su familia, “por eso pretendemos lo local para lo global con las características singulares que debe tener cada pueblo de menos de 50.000 habitantes, y no al contrario, que es lo global para lo local, lo que nos está consumiendo”.



Un pueblo tradicional



Con solo pararse en una de las esquinas del pueblo se puede disfrutar de un impacto visual positivo, pues las casas conservan aún la arquitectura tradicional, con llamativos colores, ventanas y letreros en madera, con los que se promocionan, sin tanta contaminación visual, los locales comerciales más famosos de la comarca: como el  Bar Social.



Allí, detrás de una corpulenta vitrina permanece Fabio Duque, un pijaense de 54 años de edad que funge como administrador y copropietario. En su negocio tiene dos tesoros que han sido noticia en el mundo: una máquina de vapor italiana que data de 1820, y una registradora también del siglo pasado, la cual solo alcanza a cobrar un total de 999 pesos con 99 centavos, una cifra que para la época era astronómica y con la que se podían adquirir extensas propiedades, vehículos y hasta producción agrícola.



Fabio, de pelo blanco y cordialidad extrema, expresa orgulloso que su bar solo ha cerrado las puertas dos días: cuando murió su padre y un tío muy cercano, por lo demás, ni siquiera cuando ocurrió el terremoto de Armenia en 1999 dejó de atender a los que querían departir, tras la tragedia que enlutó al  país.



En ese viejo recinto los ancianos del pueblo disfrutan de un chico de billar o una partida de cartas, mientras que la música popular, a un volumen moderado, recorre cada rincón y un silbido hace eco cada vez que piden un tinto.



Al salir de este sitio se ven los cerros, reconocidos entre la gente como miradores y que se erigen imponentes brindando un aire fresco de 17 grados centígrados. Los niños recorren el parque principal y juegan fútbol con improvisadas canchas hechas con sus maletines, están tranquilos pues su ciudad es pacífica, y según la Policía de ese municipio, todo está bajo control.



Cruzando la esquina es imposible no entrar en el Bar Los Recuerdos, atendido por su propietario, Gonzalo Toro Otálvaro, alias 'Tova', de 66 años de edad, que guarda en su negocio la historia de la Colombia misma.



Las paredes de este ‘templo del tango’ están tapizadas con más de 11.000 fotografías que relatan hechos históricos, los que se funden en la tonada de ‘El día que me quieras’, de Carlos Gardel - el ‘himno nacional’ de su nicho bohemio, canción que se reproduce en un tocadiscos antiguo.

Muy a menudo Carlos Barbosa, un campesino de la región, llega a Los Recuerdos a sentir el ritmo de las cuerdas mientras saborea una cerveza Póker helada, su preferida, tras las largas jornadas de recolección de café, plátano y yuca, los principales cultivos de esta zona del país.

Y aunque esta producción es la de masas, dentro de ese pueblo sin prisa las familias cultivan sus propios alimentos, inclusive en los patios de sus casas. La misma Mónica Flórez es un claro ejemplo de la ejecución de esta iniciativa, pues en su hogar siembra tomates, pimentones, laurel, orégano, cilantro y cebolla, los que utiliza en la preparación de  alimentos.



Como pueblo lento el transporte es limitado. No hay necesidad de vehículos por la cercanía con todo y las bicicletas  y caballos son protagonistas en el diario vivir. Fernando Urán es uno de los más interesados en el transporte en dos ruedas y desde hace algunos meses fundó el club de ciclomontañismo Por Los Caminos de Citta Slow, que ofrece un turismo responsable desde el Cerro de Tarapaca hasta los destinos naturales de la Cordillera Central.



Desde el parque principal se puede ver el Arbol de las Garzas, que está a 25 metros y que es llamado así por la aglomeración de esas aves que se posan sobre su copa buscando refugio. La semana pasada el fotógrafo pijaense Óscar López volvió de Estados Unidos para volar su dron y captar imágenes desde el aire de esas aves y del pueblo que lo vio nacer. Como él, muchos naturales de Pijao están regresando para invertir en su pueblo y en el progreso que merece.



Consuelo López pasa por enfrente de la iglesia, que tiene forma de jabón -según algunos ciudadanos- y  declara que está orgullosa de su municipio por todo lo que conserva: “Me siento orgullosa por lo de ‘Citta Slow’, es un pueblo tranquilo, se vive muy bien, sin preocupaciones e invitamos a todos que vengan a conocerlo”, dijo.



Turismo del buen vivir



Los colombianos que buscan un merecido descanso en tierra fría, pueden incluir a Pijao como destino. Según Mónica Flórez, líder de ‘Citta Slow’, los que decidan visitar este pueblo, que está a una hora de Armenia y a cuatro horas de Cali, deben tener en cuenta el respeto a la tranquilidad del municipio y al medio ambiente. Información al teléfono: 312 8255613.



La semana pasada llegó a Pijao  una delegación de Canadá, para incentivar un proyecto de energía renovable.



La red Mundial ‘Citta Slow’ de ciudades sin prisa tiene sede en  Italia y nació en 1999.






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